Este texto es parte del artículo "Maestros" que apareció en la revista Kireei magazine 7 (otoño 2015).
“Nunca olvidaré los primeros cinco minutos de
mi primera clase. Ripollet, 1º de ESO, chicos y chicas de 12 a 13 años, hago
una pregunta para romper el hielo y 30 personitas me responden simultáneamente.
Obviamente no entiendo nada, no sé a quién mirar ni a quién escuchar, me quedo
helado, y una vez se hace el silencio, no sé qué hacer ni qué decir.”
Así describe Sergi su primer contacto con el
aula. Como tantos otros profesores de secundaria, reconoce que su formación
inicial como docente era prácticamente inexistente. Su aprendizaje se ha
forjado en las aulas. En su caso, contaba con el testimonio de su padre y su
madre, maestros, que le transmitieron su pasión por enseñar. Sin embargo, a
pesar de su interés por la docencia, durante años intentó negarlo. Quería hacer
algo diferente de sus padres y en la facultad se respiraba un ambiente que
sugería que ser docente de secundaria era malgastar talento, como si la
educación secundaria fuera una profesión de segunda división. “¡Ahora me doy
cuenta de cuan errónea y nociva es esta visión!”, se exclama.
Sergi se licenció en Matemáticas en 2007,
empezó un doctorado y en 2009 entró en el cuerpo de profesores de secundaria,
especialidad Matemáticas. Entre 2010 y 2013 estuvo en los servicios centrales
del Departament d’Ensenyament y en el Centre de Recursos per Ensenyar i
Aprendre Matemàtiques (CESIRE-CREAMAT). En este periodo participó en proyectos
de mejora de la enseñanza de las matemáticas. Desde el curso 2013-2014 es
profesor en el Institut-Escola Les Vinyes de Castellbisbal y profesor asociado
en la Facultad de Matemáticas de la Universidad de Barcelona.
Creo que Sergi ha aprendido muy rápido. Y
probablemente se deba – igual me equivoco – a que no se ha entretenido en
grandes discursos teóricos o propósitos grandilocuentes. Su mirada sobre la
práctica educativa es cercana y concreta, muy pegada al aula. Es revelador el
ejemplo que pone cuando le pregunto por el panorama educativo actual: “El otro
día le hacían una entrevista a una gran maestra de la escuela catalana,
explicaba que cuando era joven tenía muy claro que no quería dedicarse a la docencia,
pero que cuando eventualmente se encontró dando clase, lo que vio le gustó tan
poco que decidió quedarse. Esta reflexión me parece vigente, y en parte me
identifico con ella.”
Sin embargo, Sergi no se queda en esa escuela
gris, estática, soporífera, envejecida, poco vinculada con la realidad,
centrada en el discurso y no en la acción, aplastada bajo dinámicas
burocráticas, demasiado preocupada por la disciplina y poco por la
participación. Esa escuela existe, pero también existe otra visión, unos
centros educativos llenos de vida, donde suceden cosas sin parar, donde el
profesor recibe más de lo que da: “Las escuelas son lugares maravillosos, por
difíciles que sean las circunstancias, son espacios llenos de vida, de pequeñas
personas con ganas de crecer y de aprender, y, en general, de docentes
comprometidos que hacen lo que pueden para dar un buen servicio.”
El panorama actual de la educación le parece
lleno de ilusión y entusiasmo. E ilusión y entusiasmo es lo que vi cuando
conocí a Sergi en persona, después de meses de seguir su blog y sus
comentarios, breves y esporádicos pero agudos, en twitter. Frente a una sala
llena de profesores expectantes, nos explicó cómo funcionan los proyectos en
Les Vinyes y lo hizo con la soltura de alguien que realmente cree en lo que
está haciendo y lo disfruta. Vi a alguien que trabaja con personas y no con
“asignaturas”, y que dedica su tiempo a compartir lo que ha aprendido con
humildad y generosidad.
Cuando le pregunto por los cambios que cree
necesarios para el futuro se hace evidente que la pregunta le incomoda: “Los
cambios que me interesan no son necesarios para el futuro, ¡lo son ahora! Y,
¿qué cambios? Es una cuestión muy grande, que ni me corresponde ni sé
responder, y de la que, en parte, estoy un poco cansado. Hay un incontable
número de expertos dedicados a jornada completa a explicar cómo las escuelas
matan la creatividad, pero es mayor el número de familias y de docentes que nos
preguntamos qué demonios significan estas grandilocuentes ideas en términos
prácticos. Más allá de los discursos, que hacen una función, necesitamos
ejemplos y evidencias. Si de verdad se aprende haciendo, tal vez habría que
empezar a dar ejemplo, y creo que es un momento idóneo para hacerlo.”
Sergi se queja de vivir un eterno día de la
marmota, en que se proponen cambios que ya se habían propuesto hace décadas:
compensar el peso de las materias tradicionales con otras centradas en la
acción, modificar la evaluación para hacerla más diagnóstica y menos
coercitiva, dar más protagonismo y responsabilidad a los chicos y chicas, y
reducir el peso de los contenidos procedimentales para dar más peso a la
resolución de problemas contextualizados. Sergi ya está en ello, huyendo de los
discursos vacíos y declaraciones de intenciones, y centrándose en la práctica
diaria.
A pie de aula“Para mí el panorama educativo actual son 88 chicos y chicas de 2º de ESO con ganas de aprender, de crecer y de ser mejores cada día, y también un equipo docente multidisciplinar de un claustro que intenta ser deliberadamente innovador.Dentro de mi aula, en estos tres primeros años siento constantemente una tensión entre como me gustaría que sean mis clases y como son en realidad. ¡Hay tantas cosas que me gustaría cambiar!El curso pasado hice una lista con propósitos de cambio que aún está vigente, y he añadido alguno más. Podríamos decir que estos son mis vectores de innovación personal:
(1) hablar menos y escuchar más, ser menos útil,
(2) no dar el interés o la motivación de los alumnos por supuesto,
(3) velar por un ambiente de aula que invite a equivocarse,
(4) presentar unas matemáticas más funcionales para que los alumnos puedan verlas como una herramienta que les ayuda a entender e interactuar con el mundo,
(5) intentar convertir la práctica reproductiva (sistematización) en productiva,
(6) buscar un equilibrio entre sistematización, problemas de aplicación, actividades abiertas, de experimentación...
(7) utilizar más material manipulable,
(8) evitar el sermón, poner espejos delante de los alumnos, buscar compromisos y alimentar complicidades dentro del grupo,
(12) no tomarme la dispersión o la desatención como un asunto personal,
(13) incrementar la participación activa de los alumnos en todos los procesos que suceden dentro del aula,
(14) no correr y
( 15) hacer cambios en la evaluación de acuerdo a los 14 puntos anteriores, como reducir el peso de la evaluación numérica, o de los exámenes, incorporar la opinión personal y la de los compañeros en la evaluación, evaluar en diferentes formatos…”
Artículo completo aquí.